20 años de ArteBA: cómo la Feria llegó a ser la plataforma del arte argentino
Logró poner a artistas argentinos en el mercado internacional del arte.
POR Ana María Battistozzi- seccioncultura@clarin
Junto al corte de cintas que el próximo jueves dará por inaugurada ArteBA, la feria de arte porteña acoplará el festejo por sus veinte años . Dos décadas de presencia y crecimiento sostenido que la posicionaron como referencia regional y árbitro de fundamental importancia en el medio local.
Si lo primero ya constituía una aspiración en la etapa fundacional, lo segundo resulta del acierto de transformaciones al ritmo de los cambios económicos que modificaron el país con insospechado impacto en el campo del arte.
ArteBA surgió en un momento en el que se articularon inéditas relaciones entre la cultura y la economía a nivel local e internacional. No es de extrañar entonces que de la combinación de acción pública y privada que le dio origen haya desaparecido totalmente el Estado en un período que vio nacer al MALBA, la Fundación Proa, la Fundación Telefónica y la Fundación OSDE, entre otras instituciones privadas que desde distintas perspectivas se convirtieron en modelos de gestión. Acaso pocos recuerden que la primera edición nació en 1991 ligada a la intendencia de Carlos Grosso, al Centro Cultural Recoleta y su recién creada Asociación de Amigos durante la gestión de Diana Saiegh como Secretaria de Cultura.
“Lograr que el arte argentino tenga una ubicación en el mercado y los artistas puedan vivir de su trabajo”, fue el lema de aquellos comienzos. ¿Cuanto de esto se logró?. Difícil es precisarlo pero una cosa es cierta: no sólo hay una mayor comprensión de la condición del artista como alguien que no trabaja sólo “por amor al arte” sino que el mundo y los grandes centros se volvieron más receptivos hacia el arte latinoamericano por razones que escapan al fenómeno local pero que, combinadas, jugaron a favor de esa meta.
No cabe duda de que ArteBA ha contribuido como plataforma de visibilidad. Pero fundamentalmente con su política destinada a atraer especialistas y figuras del coleccionismo público y privado internacional. Se organizaron debates y conferencias con destacados curadores e investigadores de arte latinoamericano y también visitas de coleccionistas de América Latina, Estados Unidos y Europa. Así muchos artistas argentinos figuran hoy en colecciones públicas y privadas del exterior. Además promovió programas como Matching-Funds con la aseguradora Zurich que comprometió a muchos museos locales a adquirir obra Ninguna evocación de la historia de ArteBA puede dejar de señalar dos momentos. Uno abarca las primeras doce ediciones y apuntó a consolidar una feria de galerías abierta a tendencias actuales e históricas. Y otro a partir de 2003, cuando se definió como Feria de Arte Contemporáneo, orientada hacia la producción más reciente y los formatos innovadores.
Casi al mismo momento se creó el Barrio Joven destinado a estimular la profesionalización de jóvenes galerías. Se instituyó el Premio ArteBA Petrobras, para proyectos experimentales; se ampliaron los espacios de exhibición y así se adoptó un “standard internacional”. La adhesión de sponsors fue fundamental para articular iniciativas a varias puntas.
El vigésimo aniversario la encuentra como la plataforma por excelencia del arte argentino; el lugar donde todos quieren estar. Su mayor mérito es haber sabido detectar el pulso de estos tiempos. Su deuda acaso sea extender la práctica del coleccionismo
Si lo primero ya constituía una aspiración en la etapa fundacional, lo segundo resulta del acierto de transformaciones al ritmo de los cambios económicos que modificaron el país con insospechado impacto en el campo del arte.
ArteBA surgió en un momento en el que se articularon inéditas relaciones entre la cultura y la economía a nivel local e internacional. No es de extrañar entonces que de la combinación de acción pública y privada que le dio origen haya desaparecido totalmente el Estado en un período que vio nacer al MALBA, la Fundación Proa, la Fundación Telefónica y la Fundación OSDE, entre otras instituciones privadas que desde distintas perspectivas se convirtieron en modelos de gestión. Acaso pocos recuerden que la primera edición nació en 1991 ligada a la intendencia de Carlos Grosso, al Centro Cultural Recoleta y su recién creada Asociación de Amigos durante la gestión de Diana Saiegh como Secretaria de Cultura.
“Lograr que el arte argentino tenga una ubicación en el mercado y los artistas puedan vivir de su trabajo”, fue el lema de aquellos comienzos. ¿Cuanto de esto se logró?. Difícil es precisarlo pero una cosa es cierta: no sólo hay una mayor comprensión de la condición del artista como alguien que no trabaja sólo “por amor al arte” sino que el mundo y los grandes centros se volvieron más receptivos hacia el arte latinoamericano por razones que escapan al fenómeno local pero que, combinadas, jugaron a favor de esa meta.
No cabe duda de que ArteBA ha contribuido como plataforma de visibilidad. Pero fundamentalmente con su política destinada a atraer especialistas y figuras del coleccionismo público y privado internacional. Se organizaron debates y conferencias con destacados curadores e investigadores de arte latinoamericano y también visitas de coleccionistas de América Latina, Estados Unidos y Europa. Así muchos artistas argentinos figuran hoy en colecciones públicas y privadas del exterior. Además promovió programas como Matching-Funds con la aseguradora Zurich que comprometió a muchos museos locales a adquirir obra Ninguna evocación de la historia de ArteBA puede dejar de señalar dos momentos. Uno abarca las primeras doce ediciones y apuntó a consolidar una feria de galerías abierta a tendencias actuales e históricas. Y otro a partir de 2003, cuando se definió como Feria de Arte Contemporáneo, orientada hacia la producción más reciente y los formatos innovadores.
Casi al mismo momento se creó el Barrio Joven destinado a estimular la profesionalización de jóvenes galerías. Se instituyó el Premio ArteBA Petrobras, para proyectos experimentales; se ampliaron los espacios de exhibición y así se adoptó un “standard internacional”. La adhesión de sponsors fue fundamental para articular iniciativas a varias puntas.
El vigésimo aniversario la encuentra como la plataforma por excelencia del arte argentino; el lugar donde todos quieren estar. Su mayor mérito es haber sabido detectar el pulso de estos tiempos. Su deuda acaso sea extender la práctica del coleccionismo
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