El universo de tres pintoras en el Recoleta
Este sábado 13 de agosto se despide la muestra sobre el maltrato de género, la precariedad del hombre y las marcas de los paisajes de infancia en el recuerdo, que Patricia Mastronardi, Mabel Ruggiero y Mariana San Juan realizan en el Centro Cultural Recoleta con curaduría de Diana Dowek.POR Román García Azcárate
En la gran sala del CCR predomina, entre el murmullo bajo del público, la banda sonora de uno de los videos que integran la exposición. Su música suena lenta, melancólica. El sonido de un viento desolado. Pero la muestra es, esencialmente, una celebración de la pintura, lanzada a través de cuadros grandes, técnicas decididas, temáticas intensas.
Más allá del lenguaje pictórico plasmado en las telas, el denominador común a las obras no es un mensaje compartido, sino la proyección de un universo propio elegido por cada autora.
“Estoy muy contenta porque es una muestra que tiene una gran calidad artística —afirma la artista plástica Diana Dowek, aquí en calidad de curadora—. Por eso planteo en el texto curatorial que es un elogio a la pintura, porque actualmente la pintura, en este país, por lo menos, los jóvenes creen que pueden... —los jóvenes y los viejos, también, no hablamos de los jóvenes solamente—, creen que se puede hacer cualquier cosa con la pintura. Creo que con ese lenguaje se pueden decir muchas cosas, sí, narrar historias como lo ha hecho toda la historia del arte, pero fundamentalmente está el valor humano, el valor de transmisión frente al espectador, de algo que uno tiene que decir y que la única manera en que quizá se lo puede decir es a través de este lenguaje que es la pintura.”
La madurez de los trabajos, por su parte, pesa con fuerza. Patricia Mastronardi, creadora de la serie Cuerpos fragmentados, ha centrado su producción en el maltrato, físico y psicológico, Principalmente, de género, de hombres a mujeres, pero no en forma excluyente.
—¿Qué hay de autorretrato en tus cuadros, Patricia?
—Ahí me mataste. Eh... Autorretrato es..., para mí..., a veces no entender... La percepción, la falta de percepción, el no entender.
“Yo hablo de la manipulación y del maltrato —había aclarado antes— pero lo que me interesó, sobre todo, es contar el tema de la víctima, qué le pasa a la víctima. Esto de los cuerpos fragmentados es porque cuando uno sufre manipulación, y le cambia la percepción, tiene que empezar a buscar su identidad, porque no la encuentra.
—De alguna manera, entonces, el victimario destruye la identidad de...
—Destruye, sí, y uno no tiene identidad. Y esto lo podemos ver en muchas cosas. En hijos, en gobiernos... Se puede aplicar a un montón de cosas.
La serie Delicado equilibrio es obra de Mabel Ruggiero. Viene trabajando en ella desde 2008.
—Está relacionada por una parte con lo social y por otra parte con el ser humano—nos dice—. Lo social porque quise mostrar esta situación que tiene de inseguridad el ser humano en este tipo de sistema. En cualquier momento puede quedar fuera de ese sistema. Desde la falta de trabajo, la falta de continencia ... Y también desde lo intersubjetivo, la angustia frente a la nada, frente al vacío, o sea, frente a la muerte.
Mariana San Juan, por su lado, expone Irrupción de la memoria, el confín , serie en la que los paisajes de su Tierra del Fuego natal, donde vivió hasta los diecisiete años, recrean sus sensaciones y recuerdos de infancia y adolescencia, con un persistir que no cesa hasta hoy. La melancolía que reposa en sus telas virtualmente monocromáticas —tal vez algún gris muy claro sea en el fondo un celeste lavadísimo, pero nada más— no es la única actitud posible ante aquellos parajes ventosos. En otros no provocan lo mismo, pero sí en ella, con claridad pronunciada trazo por trazo. Podría tratarse, sin embargo, de un sentir nostálgico ante el desarraigo, la pérdida y el cambio.
—Quedé muy atravesada con la situación de vivir en un lugar donde la naturaleza es tan potente que uno queda muy pequeñito —comenta—. Desde muy chica tuve esa sensación de pequeñez ante la inmensidad. De hecho, este cuadro es un homenaje a Gaspar Friedrich —señala detrás de ella un importante acrílico sobre tela—, que trabaja mucho con esto de lo sublime y la pequeñez del hombre. Al venir a vivir aquí a Buenos Aires se me hizo muy dura esta situación de tener que estar en un lugar sin horizontes, con tanta gente y extrañaba mucho los espacios, esos espacios enormes. Es más, yo creo que mis pinturas son más espacios que otra cosa. Más que paisajes. Esto es lo que yo quería, como tratar a través de la pintura de revivir la sensación que yo tenía cuando era chica o adolescente de estar ahí, en esa inmensidad, con ese viento, o hay lugares que hay un silencio que es una presencia. Es hasta conmovedor y muy inquietante ese silencio.
Programada inicialmente hasta este domingo 14, Universos culminará en realidad mañana sábado, debido al cierre del CCR por las elecciones primarias de pasado mañana.
Más allá del lenguaje pictórico plasmado en las telas, el denominador común a las obras no es un mensaje compartido, sino la proyección de un universo propio elegido por cada autora.
“Estoy muy contenta porque es una muestra que tiene una gran calidad artística —afirma la artista plástica Diana Dowek, aquí en calidad de curadora—. Por eso planteo en el texto curatorial que es un elogio a la pintura, porque actualmente la pintura, en este país, por lo menos, los jóvenes creen que pueden... —los jóvenes y los viejos, también, no hablamos de los jóvenes solamente—, creen que se puede hacer cualquier cosa con la pintura. Creo que con ese lenguaje se pueden decir muchas cosas, sí, narrar historias como lo ha hecho toda la historia del arte, pero fundamentalmente está el valor humano, el valor de transmisión frente al espectador, de algo que uno tiene que decir y que la única manera en que quizá se lo puede decir es a través de este lenguaje que es la pintura.”
La madurez de los trabajos, por su parte, pesa con fuerza. Patricia Mastronardi, creadora de la serie Cuerpos fragmentados, ha centrado su producción en el maltrato, físico y psicológico, Principalmente, de género, de hombres a mujeres, pero no en forma excluyente.
—¿Qué hay de autorretrato en tus cuadros, Patricia?
—Ahí me mataste. Eh... Autorretrato es..., para mí..., a veces no entender... La percepción, la falta de percepción, el no entender.
“Yo hablo de la manipulación y del maltrato —había aclarado antes— pero lo que me interesó, sobre todo, es contar el tema de la víctima, qué le pasa a la víctima. Esto de los cuerpos fragmentados es porque cuando uno sufre manipulación, y le cambia la percepción, tiene que empezar a buscar su identidad, porque no la encuentra.
—De alguna manera, entonces, el victimario destruye la identidad de...
—Destruye, sí, y uno no tiene identidad. Y esto lo podemos ver en muchas cosas. En hijos, en gobiernos... Se puede aplicar a un montón de cosas.
La serie Delicado equilibrio es obra de Mabel Ruggiero. Viene trabajando en ella desde 2008.
—Está relacionada por una parte con lo social y por otra parte con el ser humano—nos dice—. Lo social porque quise mostrar esta situación que tiene de inseguridad el ser humano en este tipo de sistema. En cualquier momento puede quedar fuera de ese sistema. Desde la falta de trabajo, la falta de continencia ... Y también desde lo intersubjetivo, la angustia frente a la nada, frente al vacío, o sea, frente a la muerte.
Mariana San Juan, por su lado, expone Irrupción de la memoria, el confín , serie en la que los paisajes de su Tierra del Fuego natal, donde vivió hasta los diecisiete años, recrean sus sensaciones y recuerdos de infancia y adolescencia, con un persistir que no cesa hasta hoy. La melancolía que reposa en sus telas virtualmente monocromáticas —tal vez algún gris muy claro sea en el fondo un celeste lavadísimo, pero nada más— no es la única actitud posible ante aquellos parajes ventosos. En otros no provocan lo mismo, pero sí en ella, con claridad pronunciada trazo por trazo. Podría tratarse, sin embargo, de un sentir nostálgico ante el desarraigo, la pérdida y el cambio.
—Quedé muy atravesada con la situación de vivir en un lugar donde la naturaleza es tan potente que uno queda muy pequeñito —comenta—. Desde muy chica tuve esa sensación de pequeñez ante la inmensidad. De hecho, este cuadro es un homenaje a Gaspar Friedrich —señala detrás de ella un importante acrílico sobre tela—, que trabaja mucho con esto de lo sublime y la pequeñez del hombre. Al venir a vivir aquí a Buenos Aires se me hizo muy dura esta situación de tener que estar en un lugar sin horizontes, con tanta gente y extrañaba mucho los espacios, esos espacios enormes. Es más, yo creo que mis pinturas son más espacios que otra cosa. Más que paisajes. Esto es lo que yo quería, como tratar a través de la pintura de revivir la sensación que yo tenía cuando era chica o adolescente de estar ahí, en esa inmensidad, con ese viento, o hay lugares que hay un silencio que es una presencia. Es hasta conmovedor y muy inquietante ese silencio.
Programada inicialmente hasta este domingo 14, Universos culminará en realidad mañana sábado, debido al cierre del CCR por las elecciones primarias de pasado mañana.
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